Los mecanismos de defensason categorías que estableció el psicológo Sigmund Freud para describir las reacciones del individuo con base al funcionamiento – y exigencias- del ego, pero el psicoanálisis no es la única corriente que utiliza este concepto, sino otras áreas de la psicología, de la sociología, o en el caso del análisis que refiere el presente trabajo, al derecho y la criminología.
Estos mecanismos de activan por dos vías, la racional y positiva, y la irracional y violenta o negativa. Cuando el desarrollo del ego es adecuado, los mecanismos son conscientes y efectivos. Pero en circunstancias contrarias, se detonan pensamientos y sentimientos inconscientes, que pueden provocar reacciones irracionales, que llevan a la persona a experimentar desde ansiedad, miedo, culpa, entre otros y estos a desencadenar comportamientos nocivos o peligrosos.
Con base a Vera Casas, A (2020), señala que “Hay al menos quince tipos de mecanismos de defensa conocidos y explicados por las teorías de la psicología. Entre ellas, podemos mencionar: compensación, expiación, fantasía, formación reactiva, identificación, aislamiento, negación, proyección y regresión”. Y cada uno tiene una forma específica de funcionar.
Si bien hay muchas categorías según distintas corrientes o análisis, Consulta Baekeland. (s. f.) propone la guía del diagnóstico psicoanalítico de McWilliams (2011):
Mecanismos de Defensa Primarios
Mecanismos de Defensa Secundarios
Retraimiento Negación Control Omnipotente Idealización y Desvalorización Proyección, Introyección e Identificación Proyectiva Escisión Disociación
Represión Regresión Aislamiento Intelectualización Racionalización Compartimentalización Anulación Volver contra sí mismo Desplazamiento Formación reactiva Inversión Actuación Sexualización Sublimación
Asimismo, tenemos la categoría propuesta por Yastes (1975): Agresión (daño intencional), Fijación (estimulación por recuerdos), Regresión (comportamiento neurótico, psicótico ante una amenaza) y Conflicto (enfrentamiento y aniquilación del otro)
Se considera que las conductas defensivas, a las que Freud nombró mecanismos de defensa, tienen como función el mantener un equilibrio homeostático al eliminar una fuente de inseguridad, peligro o tensión (Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 2013), lo cual tiene dos caminos, aquellas conductas defensivas que a pesar de su carga, positiva o negativa no llevan al individuo a comportamientos irracionales, peligrosos o patológicos.
Todo lo anterior es materia de reflexión y consideración en vistas de las herramientas de la que la Criminología puede valerse, pues como esencia de su función está la de identificar, analizar, prevenir la conducta delictiva y además el poder tomar en cuenta todos los elementos que inciden en dicha conducta y que pueden ser materia legal, y también de atención y erradicación de dichas conductas (reinserción social).
Referencias
Consulta Baekeland. (s. f.). Mecanismos de Defensa. Recuperado 13 de febrero de 2021, de https://www.consultabaekeland.com/p/es/psicologo-madrid-faqs/mecanismos-de-defensa.php
Vera Casas, A. (2020, 7 noviembre). ¿Qué son los mecanismos de defensa? Recuperado 13 de febrero de 2021, de https://psiquiatria.com/bibliopsiquis/blog.php?wurl=que-son-los-mecanismos-de-defensa
Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM. (2013, noviembre). MECANISMOS DE DEFENSA. Recuperado 14 de febrero de 2021, de https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3603/3.pdf
Aristizabal, E., & Amar, J. (2010, julio). Psicología Forense, estudio de la mente criminal. Recuperado 15 de febrero de 2021, de http://www.bibliopsi.org/docs/carreras/obligatorias/CFP/juridica/ghiso/Psicologia%20forense,%20estudio%20de%20la%20mente%20criminal.pdf
La razón humana tiene el peculiar destino de cargar con cuestiones que no puede repudiar… pero que tampoco puede responder.”
(I. Kant – Critica de la Razón Pura).
El estudio de la conducta anormal es relevante en las distintas disciplinas que lo aborda, pero en el campo de la criminología lo es porque nos permite identificar las causas endógenas y exógenas de la conducta criminal y victimal, así como los factores de riesgo, los de predisposición y desde una visión integral, bio-psico-social y con ello aportar claves de prevención, análisis y actuación con respecto de aquellos sujetos que pueden o han cometido algún delito.
La normalidad es algo indispensable para que establecer las normas de conducta aceptables y legales y por tanto las obligaciones que surgen de ello. Aunque aquí es importante señalar lo que afirma Bastide:
“Si seguimos la concepción sociológica podremos estimar si una conducta es adaptada o no en relación al contexto social correspondiente , apelando al termino medio o norma estadística y se acepta entonces la existencia de inadaptación a partir de cierto grado de desviación del término medio. Además exige que esta desviación curse en el sentido de lo nocivo , lo indeseable o inferior . Devendría entonces una relativizacion de la validez para un grupo social determinado.
Hablar de “lo normal” es en sí mismo un tema de profundidad y debates, un texto fundamental es “La otra cara de lo normal”, que aborda investigaciones sobre biología evolutiva, genética y psicología, además de en los avances en la neurociencia molecular con los que Jordan Smoller redefine la biología de lo normal.
Sin duda la definición y precisiones entre lo normal y anormal es aún un diálogo abierto con múltiples debates, señala por ejemplo Devereux (1992) que la psiquiatría no se ha preocupado mucho por ubicar la frontera entre lo “normal” y lo “anormal” en su campo de trabajo.
Lo que ha hecho es caracterizar a la primera como un estado de salud mental que no presenta síntomas anormales psíquicos ni emocionales, ni dolores, sufrimientos, molestias o incapacidades.
“Psiquiatras como Vallejo Nájera (1984) reconocen que esta definición lo que hace es delimitar lo que puede considerarse como “razonablemente normal”, pero no aclara cuál es el estado óptimo de salud mental. La “adaptación”, criterio muy usado en la psiquiatría actual para delimitar lo “normal” de lo “anormal”, es muy cuestionable pues hay muchas situaciones sociales donde el “adaptarse” podría ser mas bien signo de enfermedad y no de salud mental.”
Desde un enfoque multidisciplinario tenemos a la criminología de la personalidad que se trata de cómo percibimos el exterior, lo que hemos aprendido, nuestras motivaciones y nuestro desarrollo, pero necesitamos encontrar una forma de caracterizar la cualidad distintiva de cada persona. La labor del Criminólogo clínico es caracterizar la conducta individual: la personalidad, entendiendo las características que distinguen a un individuo de las demás personas.
Así, la Criminología de la Personalidad “estudia los cambios en el comportamiento de una persona, sus características individuales y su manera de interactuar de ésta con su medio, así como la influencia que ejerce el ambiente sobre los individuos”. (Hikal)
Los componentes de la conducta antisocial son:
1) egocentrismo;
2) agresividad
3) labilidad
4) indiferencia afectiva.
El estudio de los factores que causan la conducta antisocial son útiles para el diseño de la prevención, a este estudio le podemos llamar Ciminopatología o Criminología de la anormalidad.
La labor de la criminología es también la de generar el conocimiento y la comprensión del ser humano psíquicamente perturbado con los fines legales, de investigación y de prevención que le son afines a su quehacer profesional.
Editorial Temis, Buenos Aires, 2003.TOUS, J. (2008). Personalidad, desarrollo y conducta anormal. Recuperado 15 de junio de 2020, de http://www.papelesdelpsicologo.es/pdf/1614.pdf
Concepto de delincuente a partir del enfoque criminológico y jurídico.
Naturaleza jurídica del delincuente.
Tipologías de delincuentes.
Clasificación de delitos.
Tipología más usada
Índice de delincuencia.
La necesidad e importancia de conocer acerca del delincuente y su tipología.
“Así como no existen enfermedades sino enfermos, de la misma manera no existen delitos, sino delincuentes.” Alfonso Quiroz Cuarón
Concepto de Delincuente a partir de
dos enfoques: criminológico y jurídico.
La
delincuencia es un fenómeno individual y social constituido por el conjunto de infracciones,
contra las normas fundamentales de convivencia producidas en un tiempo y lugar
determinados. (Herrero Herrero, 2005)
Al hablar de un delincuente se hace referencia a que siempre que existe un delito, pese a que se pueda determinar que hay delitos institucionales o sociales, siempre hay una persona o varias que lo instrumentan, de ahí que se haga necesario su definición y la clasificación de los delitos que se pueden cometer, conforme a lo determinado por el referente jurídico. Con base al Código Penal Federal, artículo 7:
“Delito es el acto u omisión que sancionan las leyes penales. En los delitos de resultado material también será atribuible el resultado típico producido al que omita impedirlo, si éste tenia el deber jurídico de evitarlo.”
En materia criminológica, el delincuente se describe tomando en consideración los elementos particulares que se relacionan con los aspectos conductuales, como la caracterología delincuencial, es decir el carácter y personalidad, así como patologías asociadas y demás características que llevan al individuo a realizar un acto u omisión contrario a la ley, así que el enfoque está en el estudio de los factores endógenos y exógenos. (Sánchez, R., 2015)
Naturaleza jurídica del delincuente.
A la
delincuencia como al delincuente se le define en función de la existente de un
ordenamiento jurídico, de ahí que, a lo largo de la evolución histórica, las
acepciones que se van construyendo los sean desde la interpretación política y
legal. De manera muy generalista, la delincuencia es concebida como
quebrantamiento de la ley y el delincuente como el que delinque, las características
y apreciaciones sobre ambos conceptos dependerán del contexto jurídico vigente.
Pero el
fenómeno de la delincuencia no se limita al quebrantamiento de la ley, sino al
estudio de las causas y características por tanto intervienen otras disciplinas
como la criminología, la psicología, la sociología, etc.
En la
terminología jurídico penal, también se conoce al delincuente como sujeto
activo o agente; en criminología se le llama criminal o antisocial, e incluso
desviado; en el Derecho Procesal puede conocerse como indiciado, presunto
responsable, inculpado, procesado, sentenciado y reo. La distinción entre cada
uno de éstos últimos términos atiende a cada fase del proceso penal, incluida
la pos penal, o sea, aquélla en la que el sujeto está cumpliendo la pena. (León
Ortíz, A. s/f)
Clasificación/Tipologías de delincuentes.
Existen
múltiples formas de clasificar a los delincuentes. La actitud hacia el delito,
la carrera delictiva, los aspectos biológicos y hereditarios, los motivos y el
entorno legal son criterios que se pueden utilizar para definir estructuras de
clasificación.
La siguiente tabla muestra una posible clasificación de los delincuentes, considerando tanto factores de disposición, como de estado anímico. (Los delincuentes en México, 2016)
Tipo
Descripción
Falta
de disciplina social
Son
personas que no presentan tendencias criminales pero tampoco pueden
incorporar apropiadamente las normas sociales.
Delincuente profesional y aversión al trabajo
Personas
comúnmente afectadas por trastornos de personalidad antisocial, incapaces de
mantener relaciones laborales estables que recurren al crimen para subsistir.
Adicciones
Los
individuos dependientes de las drogas recurren al crimen porque ven sus
ingresos reducidos por las dificultades para desempeñar un trabajo y sus
gastos incrementados por su necesidad de consumir dosis cada vez mayores de
la droga.
Escasa
capacidad de resistencia
Individuos
socialmente adaptados pero incapaces de resistir las incitaciones
criminológicas del ambiente.
Agresividad
Los
delincuentes por agresividad son aquellos que tienen tendencia a descargar de
forma física sus altos niveles de excitación e irritabilidad.
Falta
de domino sexual
Son
personas que necesitan la satisfacción inmediata de sus impulsos sexuales y
carecen de las barreras psíquicas necesarias para autocontrolarse.
Crisis
temporal
Individuos
adecuadamente adaptados a la sociedad que de forma repentina o luego de vivir
experiencias críticas reaccionan cometiendo delitos.
Reacciones
primitivas
La
categoría de delincuencia por reacciones primitivas incluye las personas
inestables que sufre de fuertes impulsos afectivos y las personas estables
que reaccionan violentamente ante estímulos específicos (disparadores).
Convicción
Los delincuentes por convicción violan la ley deliberadamente por
motivaciones a las que le dan un rango superior.
Con base a la forma en que se estructuran, los delincuentes se pueden clasificar en organizaciones de tipo:
Eventuales o accidentales: Se refiere a bandas de delincuentes que tienen una incipiente organización, por tal, el número de miembros es variable, los criterios de afiliación, pertenencia, y estructura no existen o son precarios, no hay planificación y se ejerce uso excesivo de violencia o innecesaria para los fines delictivos.
Convencionales: Los grupos organizados en los que los
integrantes tienen habilidades específicas, hay preparación y planeación, poseen
estructura y jerarquía, por lo regular tienen antecedentes policiales, puede
haber presencia de mujeres y son reconocidos en el ámbito delictivo.
Evolucionadas: Son los grupos identificados como mafias, que poseen estructuras robustas, hay reglas, jerarquías y códigos de conducta rígidos, su preparación y planeación son sofisticadas y al tener grandes ganancias se involucran en actividades legales (evasión y lavado de dinero, es este tipo de organizaciones es un factor común la transnacionalidad.
¿Cuál es la
tipología más usada?
Tipología Delincuentes
La tipología quizá más utilizada es la que tiene un enfoque policial, misma que pudiera caer en una simplificación, pero que para efectos de estudio y actuación general es útil:
Habituales: La finalidad del delito es que sea una forma de vida, modus vivendi,
Habituales Profesionales: Comisión del delito con frecuencia alta, preparan y planifican, y previenen el ser sorprendidos (canales de salida) la consideran como una actividad normal, con frecuencia pueden aparentar llevar una vida normal.
Habituales Asociales: Aunque planifican, tienen escasos beneficios debido a que no tienen conocimientos técnicos avanzados y tienen dificultad para integrarse en la sociedad, es frecuente el binomio droga – delito.
Ocasionales: Los delitos pueden considerarse más de índole reactiva, en determinadas ocasiones. Aprovechan oportunidades o reciben provocaciones que los llevan a cometer un delito. Por estas consideraciones, estos delincuentes pueden ser más fácilmente detenidos o bien confesar de manera espontánea su responsabilidad.
Juveniles: Considera a las personas entre 12 y 18 años y se relaciona con factores de riesgo como el desempleo, la violencia social, adicciones, etc.
Clasificación Delitos
Es importante considerar la tipología que surge de la fuente oficial, el Gobierno Federal, pues es la entidad que tiene no sólo la responsabilidad, sino la estructura, los medios y la atribución para solicitar la información de las distintas instituciones estatales y federales. Según información del Secretariado Ejecutivo del sistema Nacional de Seguridad Pública.
A partir de 2018 se implementaron cambios en las categorías y formas de registrar la información, esto con el objetivo de homologar y de reducir en un 67% la categoría que se consideraba como “otros delitos” y que generaba un punto ciego importante en la información.
Esta clasificación considera siete categorías (la vida y la integridad corporal, la libertad personal, la libertad y seguridad sexual, el patrimonio, la sociedad, la familia y otros) e integra 53 tipos de delitos, en esta estructura quedan homologados los 32 Códigos Penales Estatales. (SESNSP, 2020).
Índice de delincuencia en México.
La frecuencia de los delitos es información que se requiere con el fin de poder hacer análisis sobre cómo se configura la delincuencia y a partir de ahí hacer el análisis de las causas, consecuencias y por tanto de las estrategias de prevención actuación por parte de las autoridades.
Se cuentan con dos fuentes básicamente, la primera es la oficial, que registra la incidencia delictiva a partir del Instituto Nacional de Estadística y por otro lado el de los delitos registrados en averiguaciones previas iniciadas o carpetas de investigación reportadas por las Procuradurías de Justicia y Fiscalías Generales de las entidades federativas en el caso del fuero común y por la Fiscalía General en el caso del fuero federal (SESNSP, 2020).
La segunda fuente es la de los datos recopilados por la sociedad civil organizada, en la mayoría de los casos sobre delitos en particular, como puede ser el Observatorio Nacional del Feminicidio, o como otras que abarcan más delitos, además de que realizan índices de impunidad y corrupción, como el Consejo Ciudadano, Fundar, Data Cívica, Causa Común, Semáforo Delictivo, etc.
Existen diversas metodologías para registrar cifras sobre la incidencia de los delitos, con base a si son delitos de fuero común o federal, por tipo delito (ver apartado clasificación de delitos en este blog) o bien con el cruce de distintas variables como pueden ser estados, municipios, edades, años, etc.
En este gráfico podemos apreciar la tasa de incidencia delictiva por cada 100 mil habitantes por tipo de delito (ENVIPE, 2019)
La tasa de concentración de delitos por tipo y distribución la podemos analizar en el siguiente cuadro:
Los delitos más frecuentes que informa el INEGI es la siguiente:
En tanto que Semáforo Nacional, informa de forma similar, lo siguiente:
Necesidad e
importancia de conocer acerca del delincuente y su tipología.
El estudio de la delincuencia es de relevancia pues se considera que refiere
conductas que han sido aprendidas en los entornos familiares, comunitarios y
sociales, es decir es multifactorial y por tanto, no se puede atribuir sólo a
las características individuales, sino también a las relacionales y de
contexto.
Así que la comprensión del fenómeno delictivo nos conduce a eliminar la estigmatización, a identificar las causas y a generar acciones para una política criminal que considere tales componentes con efecto de planear la prevención e intervención. Así como también los conocimientos en torno a las personas que delinquen invita a una constante revisión por parte de criminólogos y penalistas para la legislación penal, y los medios y procesos que se llevan a cabo para la investigación de los delitos.
Referencias
Herrero Herrero, C. (2005) Delincuencia
de menores, tratamiento criminológico y jurídico. Editorial Dykinson: Madrid.
Álvarez Macías, A. (2012). El delito y
los delincuentes: Evolución y adaptación al medio geográfico y social.
Sánchez, R. (2015) Unidad I. delincuencia. Compilación. IEU Universidad: México.
La tarde del 17 de enero sucedió un milagro en la Plaza de Independencia del pequeño país de Tulú.
Este callejón del planeta había estado sumido en las sombras del odio y la violencia por más de tres décadas.
Cualquier diferencia era pretexto para que los tulenses empezarán a aventar piedras y gritos, a matar y morir.
La última inundación descubrió más de mil cuerpos que estaban en el fondo del canal del Togo… y contando. Secreto no era, todos sabían que los desaparecidos no se iban de la ciudad por voluntad propia.
Tampoco se podía ocultar la corrupción y el abuso, aunque le pusieran plastas de tinta para disfrazarlo, era Tulú el lugar que se tragó la esperanza y la vomitó.
Ese martes, en medio de la ceremonia del Pacto por la Paz, fue Dharani la primera que empezó a bailar, con euforia y con los ojos en blanco, pero eso a nadie le extraño. Ella nació con retraso mental, y claro la gente decía que dios castiga el incesto y el demonio es su verdugo.
Sin pensarlo mucho, niños y abuelos empezaron a bailar, los jóvenes de la iglesia corrieron por los instrumentos y llenaron de ritmo y tamborazos el zócalo.
No hubo tiempo para razonar ni para resistirse. Tres horas más tarde no había pies que no se movieran, más de cien personas… y contando.
Bailaban en soledad y en pareja, en coreografía o en círculos. Tres días después el país bailaba. Entero y enloquecido. Las personas se orinaban y vomitaban de pie, sin palabras ni razón.
A la semana murió la primera víctima de la epidemia, de un infarto, otros de cansancio o inanición.
Gente curiosa empezó a llegar, también vinieron médicos, psicólogos y antropólogos con intención de ayudar, pero más pronto que tarde, se miraban con los ojos como de plato y con la quijada descolocada, tres segundos antes de bailar su primera y última pieza.
Tulú desapareció de la tierra, dicen algunos que fue un milagro del diablo, otros que fue una maldición de dios.
Ahora nadie se acerca, ni por morbo ni para robar entre los escombros.
Tulú quedó enterrado sin sepultura y se llevo consigo la violencia, la cordura y también la alegría.
Gracias por visitar mi blog, soy Paty Anaya, vivo en México y me dedico a la investigación y capacitación. De formación soy periodista, analista conductual y ahora también pasante de criminología.
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